Con el ritmo del tiempo
cobra valor la vida
y se transforma al momento
en la bolsa de pensar.
Van cayendo lentamente las horas
-unas, otras y otras...y otras-,
los días, los instantes, los años...
Van cabalgando a lomos del silencio,
del aire hueco, de la nostalgia...
y quedamos nosotros, viejos.
No consigue librarse nadie.
Te asaltan el cerebro
ideas antigüas, necias, vacuas, pesadas...
Te machacan el corazón,
te hieren el alma,
te queman la esperanza y las palabras.
Te queman por dentro y por fuera.
Te queman sin remedio. Te queman.
...ya quedamos pocos.
Todos vamos cayendo,
sea como sea,
de cualquier manera.
Los viajeros del silencio
poco a poco vamos saliendo,
nos bajamos del vagón
y ya para siempre quedamos fuera.
Manuel Silván
del libro "TIEMPO, intento de sonrisas copulativas"
Huelva, (1980)
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