Estaba anamorado de ti.
Si eso pensabas, tenías razón. Y cuando no llegamos a nada me
lastimaste.
Querida, no dejes que ésta carta te perturbe. Ya tienes
experiencia.
También a mí me molestaba cuando
la releía, una y otra vez, antes de enviártela.
Pero con el tiempo, uno
comprende que no merece la pena mortificarse cuando pasan éstas cosas.
Es tan
inútil tanto sufrimiento...
Esta es una carta sincera ¿no?.
Es lo que le pasa a mucha gente, demasiado a menudo.
No debes
sentirte avergonzada cuando te reconozcas por tus actos, así que no te sientas
incomoda por formar parte del elenco de ésta representación.
No quiero verte arrastrándote, ni quiero que te sientas obligada
a hacer lo que no quieres.
No te odio…nunca lo hice. Te amaba. Sabía que te
perdería, pero te amaba con locura.
Había encontrado a alguien que podía hacerme vivir. Cuando te
conocí supe cómo.
Espero que te alegres cuando sepas, sin ningún género de dudas
que así me sentía.
No siempre fue así, pero se puede pensar mucho en tan solo un
año.
Es extraño. Cuando revisas el pasado una y otra vez en tu
cabeza, puedes empezar a ver cosas en él que pasaste por alto cuando lo estabas
viviendo.
Te das cuenta de que hubo momentos en que una palabra dicha de otra
forma, o una cosa hecha en el momento apropiado, lo habría cambiado todo.
Es verdad. Naturalmente tienes que recordarte que puedes estar
viendo cosas que nunca estuvieron allí. Puede que estés manipulando tus recuerdos
para hacerlos encajar con lo que quieres que sean. No puedes estar segura de
que no estás solo soñando despierta.
Un recuerdo puede ser así. Puede convertirse en algo perfecto.
Las personas pueden convertirse en la gente que más te gusta, y
nunca envejecen, nunca cambian, nunca viven muchos años apartados de ti y no se
convierten en algo que no puedes reconocer.
Las personas de los recuerdos son siempre como quieres que sean,
y siempre puedes volver a ellas y empezar donde lo dejaste, excepto que ahora sabes
dónde están los errores y lo que debería haberse hecho. Ningún amigo es tan
bueno y tan fiel como el del recuerdo. Ningún amor es tan maravilloso como el
del recuerdo.
Presiento que no te has relajado nada. Estás tan tensa como el
día que abriste la puerta de nuestra vida y saliste de ella, como si tal cosa.
Tensa, sí, pero sin demostrarlo. Muy firme, muy convencida, dejándolo todo como
si ya lo hubieses presentido que ocurriría.
Amar es un verbo mayor y cuando te lo describí en aquella carta
que tanto te conmovió, yo lo había presentido antes. Desde siempre sabía que te
perdería, que eras tan especial que ni tú misma lo sabías e ibas a romperme el
corazón algún día cualquiera. Así, que no te ofendas, ni te avergüences, todo forma parte de
un destino desatinado bajo un guión predecible y cruel.
Siempre he sabido que algún día cualquiera te perdería.
Viniste a mí, te entregaste a mí como esperando algo pero nunca pudiste
expresarlo con palabras ante ti misma, primeramente y luego ante mí, ni tan
siquiera cuando dormía.Tú también sospechabas de ti. En el fondo siempre has
intuido que me perderías. Ya sabes cómo eres.
Das la impresión de que pesara
sobre ti una maldición de la que nunca consigues liberarte, y lo peor del caso
es que en tu camino haces daño, mucho daño. No te das cuenta.
También deseas y sabes que si decides volver a donde nos
detuvimos y empezar de nuevo, por mí no hay inconveniente. Pero sé que algún
día te volveré a perder. Siempre fuiste así.
Por favor, haz una pausa y mírate al espejo, búscame y mírame a
los ojos.
Piensa en todas las personas que nos seguirán a ti y a mí, en
todas las cosas que nos ocurrirán hasta que muramos. Y vamos a morir. No será
pronto, pero te verás de nuevo sola justo cuando más dependieras de mí, de
nuestro amor, de nuestro hogar, de tu sueño inalcanzable e imperecedero.
Ya no me quedan fuerzas para sufrir más, tampoco puedo reír, ni
trabajar. Ni siquiera puedo pedirte que vengas conmigo a ninguna parte. No
puedo hacerlo, amor. No te escribo para eso.
¿No pensabas en nosotros cuando estabas tendida junto a mí, con
nuestras manos entrelazadas después de amarnos tanto, hasta el infinito…una y
otra vez, un día y otro día?...
¿o cuando mirábamos el paisaje entre los delirios del amor?...
¿no pensaste en todas esas cosas, y sentiste esperanza?.
Ya te ha ocurrido demasiadas veces. Desde la primera huida,
sabías que no habrías llegado a ninguna parte… y deseaste volver a amar, una y
otra vez, buscando el calor que ya habías sentido anteriormente pero que
tiraste, indolente, a la basura. Puede que hasta quizás volvieses a ser feliz
entre aquellos nuevos abrazos. Pero ahora es una época diferente, y también lo
has estado recordando, solo que ahora no percibes la esperanza.
Si quisieras podrías hacerlo. No metas la pata, cariño, no la
jodas. Hazlo bien. Aprovecha tu oportunidad. Quizás sea la última vez que
puedas escaparte del vagón de los malditos. El tren sigue su ruta inexorable y
no se detiene, salvo para descargar los muertos en vida, sin mayores
contemplaciones.
Ya sabes que si tú quieres, podemos volver a retomarlo donde lo
dejamos, por mí no hay inconveniente, aunque sepa que algún día te volveré a
perder. Tú eres así.
Manuel Silván-5/7/2014